• Categoría de la entrada:Reseña

Jaime Jaramillo Escobar, X-504:
el poeta placa de carro

Antes de conocer las últimas palabras del poeta placa de carro, conviene preguntarle a Gonzalo Arango qué piensa sobre Jaime. Si vamos a tratar con un muerto, mejor que sean dos. Eso sí, jamás tres, porque aquí la trinidad no les gusta.

Jorge Medina

Jaime Jaramillo Escobar, X-504
Tomada de HJCK.

El 10 de septiembre de este año que debió terminar el año pasado murió «el mejor poeta de nuestra generación nadaísta», como lo manifestó Gonzalo Arango en la entrevista fúnebre con Jaime Jaramillo Escobar en 1966. 

¿Entrevista fúnebre en 1966? Sí, después de ese aparente diálogo publicado en la revista Cromos, ninguna entrevista tuvo el estatus de definitiva, ni siquiera la última (vaya a saber cuál) realizada en la fecha más pronta de su partida mortuoria.

En aquel entonces, Gonzalo Arango sentenció:

 

Pago con la cabeza al que le saque un reportaje al poeta nadaísta X-504. Es muy posible que este sea el primero y el último de su vida. Por eso lo que dijo tiene un carácter de algo definitivo, de testamento «para la inmortalidad» («El poeta X-504: un artista con placa de carro»).

La palabra de los muertos es sagrada. Por eso, respetando la palabra sacra del difunto Gonzalo Arango (y contradiciendo su voluntad sacra de irrespetar los órdenes sagrados, lo cual, contradictoriamente, podría causarle un suspiro de plácida solidaridad rebelde), recordamos la entrevista de aquel entonces como la última realizada a Jaime Jaramillo Escobar, X-504, el poeta placa de carro

Así, sin el mínimo rigor periodístico, y con la más potente legitimidad literaria, esta es la última entrevista realizada a X-504 antes de su muerte, porque después de la muerte las entrevistas son más bien difíciles entre tanto gagueo preternatural.

Las entrevistas a los muertos solo son posibles gracias a la farmacéutica resurrectiva de la escritura.

Última entrevista a Jaime Jaramillo Escobar, X-504

Antes de conocer las últimas palabras del poeta placa de carro, conviene preguntarle a Gonzalo Arango qué piensa sobre Jaime. Si vamos a tratar con un muerto, mejor que sean dos. Eso sí, jamás tres, porque aquí la trinidad no les gusta.

Entrevista póstuma con el entrevistador Gonzalo Arango

Gonzalo, ¿a qué se te parece X-504?

Pienso que lo único que se parece a X-504 es un ombligo. Pues, ¿qué hay de más solitario en el mundo que un ombligo?

No lo sé, imagino que Dios.

Pero Dios no es de este mundo. Quiero decir, este poeta es la suma de la soledad. Si él soñara una Tierra Prometida, su sueño sería, estoy seguro, una isla desierta.

¿Qué piensas de él como escritor?

Es el único de los escritores nadaístas que no busca la fama ni la fulguración de su nombre. Está pleno de sí mismo, de sus valores humanos y poéticos, y su imaginación le basta para sentir y presentir las consecuencias de su aventura espiritual.

Si no busca la fama, ¿por qué aceptó que le hicieras esta entrevista definitiva?

Hice un chantaje y le dije toda la verdad: «Poeta, es necesario hacer este maldito reportaje porque no tengo con qué pagar el arriendo». Puso cara de entierro y dijo de mala gana: «Bueno, esta sí es una razón “de peso”. Ya que no hay más remedio hagamos tu maldito reportaje, pero te advierto que yo no sé hacer frases inteligentes como tú».

¿Qué le dijiste?

Yo le dije: «De eso no te preocupes, nosotros haremos lo posible, y el Espíritu Santo hará el resto».

¿Por qué se llamó X-504? ¿Se lo preguntaste?

Su seudónimo de placa de carro se debe a su desprecio por la popularidad, y también para que su patrón no lo echara del puesto al enterarse de que era poeta, y además nadaísta. Eso fue lo que me dijo. Pero yo creo que la causa de ese seudónimo es por otra razón: es para ocultar su verdadero nombre de cacharrero antioqueño: don Jaime Jaramillo Escobar. Con razón. Yo pregunto: ¿ustedes leerían a Shakespeare si se llamara Misael Vélez?

No lo sé.

Yo, ni de vaina.

Y entre los nadaístas, ¿qué papel juega este poeta?

Es el más raro de todos los nadaístas, pues trabaja ocho horas al día, cobra quincena, le paga impuestos al Estado religiosamente; tiene cédula, libreta militar, un certificado falso de buena conducta y los otros papeles de identidad. Nunca lo han metido en la cárcel porque es muy metódico y ordenado; por fuera no tiene cara de sospechosos, ni de apache, ni siquiera de nadaísta, pues se hace motilar todos los sábados, lee la revista «Cromos» en la peluquería como cualquier parroquiano que se respete; paga el arriendo (también religiosamente) el último día del mes, y hasta comete la decencia de girar cheques con fondos…

¿Algo más?

Olvidaba decir que X-504 al ser expulsado del colegio Juan de Dios Uribe de Andes, se hizo pasar por conservador, y obtuvo el nombramiento de inspector de policía de Altamira, un corregimiento antioqueño. Era la época de la violencia. Ejerció su mandato con un éxito desastroso, pues a pesar de tener revólver, no mató a nadie. Pero escribió un libro: «Poeta con revólver».

Gonzalo, para finalizar, ¿algunas palabras de muerto a muerto?

Querido Poe X-504: recuerda nuestro frío, este cielo de ceniza y ruega por nosotros los intelectuales. Amén.

Ahora sí, última entrevista a Jaime Jaramillo Escobar, X-504, con Gonzalo Arango

G. A.—Poeta X-504: defínase

X-504.—Soy un cínico

G. A.—¿Qué importancia tiene en su vida la soledad?

X-504.—Para mí no hay mejor compañía que la de Jaime Jaramillo Escobar.

G. A.—¿Cree que la poesía lo llevará a alguna parte? ¿A dónde?

X-504—La gloria me importa un pito; mi triunfo va por otro camino.

G. A.—¿Qué camino?

X-504.—Yo, solo, compitiendo conmigo mismo. Yo, solo, porque Dios murió en una tragedia de Shakespeare disfrazado de mujer. Fue la venganza de Shakespeare. Pero Shakespeare también murió, está en el infierno: fue la venganza de Dios.

G. A.—Poeta ¿es que usted cree en el infierno?

X-504.—Sí, el infierno existe: es la venganza que cada uno quiere ejercer sobre los demás.

G. A.—¿Cuáles son sus relaciones religiosas con Dios?

X-504.—Dios existe, pero yo también existo. Parodiando a Coccioli, es muy fácil existir siendo Dios, pero es mucho más difícil y por consiguiente de más mérito, no siendo Dios, existir.

G. A.—¿Qué ha hecho el nadaísmo por su vida?

X-504—El nadaísmo no cambiará al mundo, pero sí me cambiará a mí. Es imposible pedir más.

G. A.—¿Qué ha hecho usted por el nadaísmo?

X-504.—Hice de la poesía un crimen perfecto. ¿Le parece poco?

G. A.—Poeta X-504: ¿cuál es el secreto de su estilo? ¿Cómo escribe sus poemas?

X-504.—El secreto de mi estilo no tiene ningún secreto, pero está en que escribo desnudo; un hombre desnudo es sincero y vulnerable. En cambio el poeta que escribe vestido deja de ser puro, se vuelve un literato.

G. A.—¿Cuál es, sinceramente, su mayor defecto?

X-504.—Mis defectos nunca son míos, sino de los demás.

G. A.—¿Qué piensa de los críticos?

X-504.—Yo no creo en los críticos. Si un poema mío es bueno o malo, eso no lo dice la gente, lo digo yo.

G. A.—Poe, si usted «por desgracia» tuviera un hijo, ¿qué le gustaría que fuera?

X-504.—No tengo ningún interés en hacer hijos; es mi acto de protesta contra la humanidad.

G. A.—¿Qué significa el amor en su vida y en su obra?

X-504—Nada. El amor es para las mujeres y para los poetas.

G. A.—¿No le gustaría, por ejemplo, tener una aventura amorosa con Brigitte Bardot?

X-504.—No, me daría miedo, la belleza de esa mujer es aterradora. Y además, mi concepto de la estética me impide juntar dos cuerpos que no sean igualmente bellos.

G. A.—¿Llegaría al extremo de cometer, por alguna razón, un crimen pasional?

X-504.—Sí. Pues lo que más necesita una persona es otra persona, aunque sea para asesinarla. Incluso, se puede poner en eso mucha ternura. De todos modos, el placer no está en matar, sino en el refinamiento.

G. A.—Después del crimen vendría el castigo. ¿Qué diría para defenderse?

X-504.—Después del crimen me pondrán preso, poco después me juzgarán, me llevarán a una sala en donde previamente se habrán reunido. El juez dirá lo que tiene que decir, y cuando el jurado de conciencia aplauda, apagarán las luces de la sala para que brille la justicia. Entonces, todos quedarán asombrados con los últimos adelantos de la General Electric…

G. A.—¿Cómo torturaría a la persona que más odia?

X-504.—No odio a nadie, porque «odiar es sufrir», y el sufrimiento —como dijo Durrel en Justine— además de ser una enfermedad, es también una manifestación aguda de autoimportancia. En realidad, la pregunta debiera ser: ¿cómo torturar a la persona que más ama?

G. A.—Está bien. ¿Cómo la torturaría?

X-504.—Primero que todo —para ser absurdamente lógico— tendría que enamorarme, y luego sí inventar un nuevo sistema de tortura, pues los que ya conozco me parecen ridículos e insuficientes para torturar al ser amado.

G. A.—Poeta, cite la frase que le hubiera gustado escribir y que más ha influido en su pensamiento.

X-504.— «La bestia más obscena, las más cobarde, la más feroz: la bestia humana» (Sartre).

G. A.—¿Cuál ha sido el autor más negativo, el que más lo ha perjudicado?

X-504.—Indudablemente, San Francisco de Asís. Cada día es más peligroso ser bueno. Hoy, el que no hace el mal, le toca recibirlo.

G. A.—¿Dispararía un fusil para defender valores como la justicia y la paz?

X-504.—No, de ningún modo. La única manera de lograr la justicia y la paz sería que nadie disparara un arma para defenderlas.

G. A.—¿Sacrificaría su vida por lo que llaman «un ideal»?

X-504.—No sacrifico mi vida por nada.

G. A.—¿Por qué razón llegaría a suicidarse?

X-504.—Uno nunca se suicida por razones, sino por sinrazones. Pero confieso que para suicidarse hay que ser orgulloso. Los humildes nunca se suicidan.

G. A.—Eso quiere decir, entonces, ¿que usted es humilde, modesto?

X-504.—Para mí la modestia es complejo de inferioridad, y yo no me siento inferior, ni tengo complejos…

G. A.—Poeta, su timidez es la más famosa de la literatura colombiana. Todos los amigos se quejan de eso, hasta los nadaístas.

X-504.—Peor para los nadaístas. Además, ¿cuáles amigos? Yo casi no tengo amigos. El que tiene muchos amigos es porque está al nivel de muchos. En cuanto a que soy tímido, no lo niego, pero en mí no se trata de un complejo. Es que yo llamo timidez al respeto por los demás, y desde este punto de vista me parece conveniente ser un poco tímido.

G. A.—¿En qué lugar del mundo quisiera ser enterrado?

X-504.—En el mar.

G. A.—Poeta X-504: escriba desde ya un epitafio para su tumba.

X-504.— «Aquí vive Jaime Jaramillo Escobar».

G. A.—¿Qué consejo le hubiera dado a Camilo Torres, antes de su muerte?

X-504.—Que ruegue por nosotros…

G. A.—¿Cuál sería para usted el Once Mandamiento?

X-504.—¡No matar!

G. A.—Poeta, si mañana estallara la guerra atómica, ¿qué haría hoy?

X-504.—No hacer reportajes.

Nota bibliográfica

La entrevista se publicó por primera vez en la revista Cromos n.º 2.538. Bogotá, mayo 23 de 1966, pp. 24-25, con el nombre El poeta X-504: un artista con placa de carro, realizada por Gonzalo Arango. Se recopiló en Reportajes, vol. 1. Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, octubre de 1993, pp. 116-124. La entrevista se encuentra publicada en la página web gonzaloarango.com. Esta última es la versión empleada para este absurdo homenaje.


Jorge Medina

Licenciado en Literatura egresado de la Universidad del Valle. Finalista del IX Concurso de Poesía Inédita de Cali en el XIV Festival Internacional de Poesía de Cali de 2014 y ponente de la Feria Internacional del Libro de Cali de 2018, en la mesa «Hablemos del cuento: jóvenes narradores». Escribe poemas, ensayos, artículos de opinión y minicuentos.