2020
Nadia C. Ángel Solórzano
La ansiedad que se cuela por la puerta pocas veces abierta
La compañía que no es refugio, ni compañía
solo hastío mal disimulado, cinismo invisible.
El alimento que no sabe
Los olores que no se perciben
Las calles que no se pisan
Las ventanas que exponen caras pálidas
ancladas por el pánico, por la desilusión.
La movilidad reducida por papeles ansiosos
que nunca se ven directamente
Muestran su máscara a las 6 de la tarde sin falta
Mueca pútrida, burlona, patética.
El interés fingido
La pantalla ampliada
El tiempo devaluado
El sueño sin dueño, los sueños…
Las lágrimas escondidas
en los espacios siempre habitados
La soledad escoltada por imágenes estáticas
El ruido, menguado y ensordecedor.
La lluvia ausente, el calor incesante, el viento en la tarde
La noche, escenario silencioso de promesas vacías.
Árboles nuevos, hinchados de orgullo y mala reflexión.
«Seremos mejores»
«Seremos felices»
«Seremos inmensos»
Seremos nosotros, la sentencia materializada.
Imagen de cabecera: tomada de Pixabay.