Aullido de humanidad

El lobo es una bestia y por eso tiene cuantas licencias sean imaginables. No hay humanidad en él y no tiene por qué haberla. En las noches, el lobo, poseído por la misma fuerza que manipula las mareas, entraba en cuevas ajenas, vírgenes de asalto y de desprecio. Lo hacía porque era el dueño de la noche y todo lo podía.

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