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Mafalda,
una magia clásica

Mafalda es una de las historietas más importantes del idioma español, tanto que puede considerarse una obra clásica. Además se trata de una creación llena de magia.

Antonio José Hernández Montoya

Mafalda
Tomada de david diaz en Pixabay

«¡Tenés que tomarla! ¡Los que no toman la sopa no crecen nunca!», grita la madre desde fuera del recuadro. La niña está en el comedor, con la cabeza apoyada sobre una de sus manos. No ha tocado el plato. «¡Y se quedan siempre niñitos, y nunca llegan a ser grandes!», añade la madre aún fuera del recuadro. La niña inclina la cabeza y mira la sopa en silencio. «¡Qué tranquilidad reinaría hoy en este mundo si Marx no hubiera tomado la sopa!», dice por fin con una cara pensativa. Esa es Mafalda, la magia que hizo Quino. 

En «Homenaje a Quino», un episodio de su pódcast, Diana Uribe describe a la protagonista como una construcción global, crítica y política. Atenta a la radio y al periódico, Mafalda se dirige al corazón humano, a los sistemas que lo rigen, y los cuestiona, les hace preguntas, les recrimina su crueldad. En la historieta hay un cuestionamiento a las ideologías de derecha e izquierda, al capitalismo, al imperialismo, incluso a la misma definición de «tercer mundo» y «subdesarrollo». Es por eso que la escritora e ilustradora Isol dijo: «Otra enseñanza de Quino es que el arte y el pensamiento vivo siempre está en contra del poder».

En la historieta hay un cuestionamiento a las ideologías de derecha e izquierda, al capitalismo, al imperialismo, incluso a la misma definición de «tercer mundo» y «subdesarrollo».

El humor es una estrategia de esa rebeldía. Lo hay sencillo, que juega con las palabras y con los significados; lo hay complejo, que crea aforismos gráficos. En el primero de los casos, en la tira 155 la niña le dice a su padre: «Por radio dijeron no sé qué de milibares. ¿Qué son los milibares, papá?». El hombre deja lo que estaba haciendo para contestarle. «Te explicaré: los milibares son una medida de presión», dice. «Según esté la atmósfera, se dice que hay una presión de tantos milibares». «Perdón, papá», lo interrumpe Mafalda. «Yo te pregunté por los milibares, no por los militares». En el segundo de los casos, en la tira 161 la niña le pregunta a su mamá por qué hay gente pobre. Ante la duda de la mujer, va por una silla porque intuye que la cuestión tiene una respuesta larga y compleja.

Ambas formas de humor resultan efectivas porque Quino es capaz de politizar lo cotidiano y ofrecer comentarios inesperados en situaciones que a primera vista no parecen permitirlos.       

En la historieta existe una pluralidad que se evidencia en lo que representa cada personaje: Susanita es la imagen de todos los prejuicios de la clase media, como lo plantea Diana Uribe; Manolito es la mentalidad capitalista de añadir precio a todo, de ver negocio donde sea; Felipe es la interioridad, el acto de ensimismarse, la timidez; Mafalda es la contestataria, la que duda; el papá y la mamá reflejan la generación anterior; ni hablar de Libertad. Además todos son tiernos y entrañables, no se quedan en simples estereotipos.

Quino era el mago; Mafalda es la magia. Una magia con muchas formas, colorida pese a estar en blanco y negro, llena de líneas y puntos, de diálogos y pensamientos, de política y ternura, dos cosas que nunca serán lo mismo. Una magia clásica en el sentido de lo dicho por Borges: «Clásico es aquel libro que una nación o un grupo de naciones o el largo tiempo han decidido leer como si en sus páginas todo fuera deliberado, fatal, profundo como el cosmos y capaz de interpretaciones sin término». Con su divertida precisión, Mafalda trasciende nacionalidades y representa las inquietudes latinoamericanas de antes y de ahora.


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Antonio Jose Hernandez Montoya

Licenciado en Literatura egresado de la Universidad del Valle. Ha ganado diversos concursos de cuentos. En 2021 obtuvo el «Estímulo para la creación literaria en zona urbana y zona rural de Santiago de Cali para artistas emergentes» de la convocatoria Estímulos Cali. En ese mismo año obtuvo el primer lugar en el 31º Concurso Nacional de Minicuento Rodrigo Díaz Castañeda. En 2022 fue finalista del XV Concurso Nacional de Novela y Cuento de la Cámara de Comercio de Medellín. Es autor del libro de minicuentos «La muerte y otras minucias» (Ediciones El Silencio y Editorial Universidad Santiago). Escribe cuento, minicuento y ensayo.