Luego del café se dirigen a su clase de costura donde se encuentran con la instructora y tres mujeres más, todas mayores de 60 en sus mesas de trabajo invadidas de telas, hilos de colores, tijeras, agujas, mostacillas y lentejuelas. Desde hace tres meses, cada miércoles sin falta, se encuentran en el club.
Luego de diez horas de viaje por carreteras solitarias, lo único que necesitaban eran una cama y sacar las gatas de los guacales. Durante todo el trayecto él se reconvenía por lo que hubiera podido prever y no hizo, porque todo ello los tenía en la situación actual.
Al caer la tarde, el padre David se despedía de los anfitriones agradeciéndoles una vez más por su generosidad; a su paso por el jardín dejaba una bendición en cada mesa. Al llegar al vestíbulo, sobre dos mesas se apilaban cajas envueltas con papel multicolor, bolsas brillantes de diferentes tamaños, todas adornadas con moños de una filigrana excepcional.
El poema «Susurros» ahogados lo escribió la autora en uno de nuestros talleres de escritura de poemas de ciudad.
Los poemas «Mudanza» y «Callejón» los escribió el autor en uno de nuestros talleres de escritura de poemas de ciudad.