Billie Holiday:
la voz de la belleza
Billie Holiday es una leyenda del jazz. El 17 de julio se cumple otro aniversario de su muerte. El mejor homenaje es descubrirla, o redescubrirla, y conmovernos con la belleza de su arte.
Antonio José Hernández Montoya
Billie Holiday es una leyenda del jazz. El 17 de julio se cumple otro aniversario de su muerte. El mejor homenaje es descubrirla, o redescubrirla, y conmovernos con la belleza de su arte. Eleanora Fagan era su verdadero nombre, aunque no le agradaba, según se cuenta en Lady sings the blues, su autobiografía escrita con la colaboración del escritor y músico William Dufty y publicada en 1956, tres años antes de su muerte. La obra generó polémica por contener inexactitudes cronológicas y datos cuestionables.
Esos detalles no disminuyen la sinceridad que se siente al leerla, como lo afirma Jesse Hamlin en una crónica de 2006 con motivo de los cincuenta años de la obra. En la autobiografía se cuentan, entre otras anécdotas, que la cantante eligió su nombre artístico en homenaje a Billie Dove, su actriz de cine mudo favorita, y que de niña frecuentaba un burdel solo para escuchar las canciones de Bessie Smith y Louis Armstrong.
Billie Holiday vivió el machismo, los abusos y el racismo de los inicios del siglo XX en Estados Unidos; problemas también presentes en nuestra sociedad. En muchos sitios no la dejaban entrar por su color de piel. Por eso es fundamental e icónica su interpretación de «Strange fruit», canción que denuncia los linchamientos de afroamericanos en su país.
En 1958 se lanzó su penúltimo álbum, Lady in Satin, que bien puede incluirse entre los más importantes de la historia del jazz. Jesse Hamlin lo definió como «exquisito y desgarrador». En él se destaca la perfecta interpretación de «But beautiful», un clásico del género.
La cantante no era una mujer triste, que vivió sumida en dificultades y hacia la cual solo deba sentirse compasión, idea bastante repetida, sino una persona valiente, dedicada al jazz, que amó, asumió las consecuencias de sus acciones y desafió los abusos de su época, como se muestra en Billie Holiday: sensational lady, un documental de la BBC.
Lady Day, apodada así por su querido Lester Young, falleció a las 3:10 de la mañana del viernes 17 de julio de 1959. Tenía 44 años. «Estaba hermosa; nadie que viera su exquisita cabeza morena contra la almohada blanca del hospital se atrevería a hablar de su hermosura en días pasados», afirmó William Dufty en una nota para el New York Post.
La música de Billie Holiday nos permite un respiro, un instante de tranquilidad previo a los monstruosos incidentes que debemos enfrentar a diario. Así, ella se convierte en la belleza necesaria para seguir sobreponiéndose al dolor. Al cerrar los ojos, más allá de la tierna y adolorida voz de la cantante, del saxofón quizá interpretado por Lester Young y de nuestras inquietudes como seres humanos, más allá de todo eso, al fondo, se pueden escuchar los latidos de miss Holiday.