• Categoría de la entrada:Opinión

La literatura es la posibilidad de ver la vida y sus relaciones
a través de los ojos de otra persona

Joshua Ruiz Horta

Joshua Ruiz Horta fue uno de los participantes en el Gran Ciclo del Club de Historia y Literatura: Narrativa de Gabriel García Márquez y Marvel Moreno. Este gran ciclo ganó la Beca de Formación en Literatura y/o Creación Literaria del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes de Colombia, con el respaldo de la Biblioteca Nacional de Colombia. Joshua finaliza el ciclo con esta carta para los lectores. 

Gran Ciclo del Club de Historia y Literatura

Para el querido lector:

La escritura de una carta en los tiempos que cruzamos, de alta digitalización y mensajería instantánea, se siente extraña. Es una sensibilidad que se ha ido perdiendo, un formato que, en su proceso de desuso, hemos condenado al ostracismo. Pero aquí estoy, intentando escribir una en pleno siglo XXI. Me pregunto si esta carta me sería más fácil de escribir en una época en la que la carta era el medio principal de comunicación. Porque, querido lector, aunque tú tendrás acceso al texto terminado, te pierdes gran parte del proceso que hay detrás de él. De hecho, para este momento ya he superado la fecha límite de entrega, porque, entre otras cosas, escribirla ha supuesto para mí un gran reto. La sensación de ser arrebatado de tu zona de confort es bastante confrontante e incómoda, aunque necesaria para poder ampliar el horizonte del conocimiento.

La humanidad, en su devenir, ha mutado sus medios comunicativos, poniendo unos por encima de otros, invisibilizando y jerarquizando. En ese sentido, la escritura de esta carta es ya un fenómeno reivindicativo, que además busca rescatar a una autora eclipsada por la preponderancia de la figura masculina representada por Gabo. Hablo, pues, de Marvel Moreno.

Ahora sí me presento: soy Joshua Ruiz, licenciado en Filosofía (tal y como puedes intuir por la cháchara de arriba). Vivo en la sucursal del cielo, aunque creo que estamos más cerca de lo que se espera del infierno: calor, pecado y disfrute. Aun así, he de decir que el cielo de aquí no tiene nada que envidiarle a ese lugar soso donde, en teoría, se sienta ese viejo barbón. A lo mejor vivo en ese limbo donde el cielo y el infierno se tocan, dejándonos disfrutar de los mejores frutos de cada uno.

En el afán filosófico de querer devorar todos los frutos del árbol del conocimiento y las ciencias, encontré el gran ciclo del Club de Historia y Literatura sobre Marvel Moreno y Gabriel García Márquez. En un principio me vi empujado a inscribirme porque Gabo era parte del ciclo. Este autor me acompañó en mis primeros pasos por la literatura y escribió mi novela favorita: la muy aclamada Cien años de soledad. Marvel Moreno, por otro lado, me era completamente desconocida.

Gran sorpresa me llevé con el descubrimiento de Moreno. Para mí, la literatura es la posibilidad de ver la vida y sus relaciones a través de los ojos de otra persona. Es como tener una vista privilegiada al mundo de los otros, a través de una ventana que la literatura nos abre. Esa es una herramienta poderosísima, que permite intuir un poco más cómo las condiciones específicas de cada persona determinan la interpretación de su realidad inmediata. A pesar de que todos los seres humanos compartimos eso que llamamos «realidad», todos arrojamos constantemente nuestra propia y única mirada sobre ella, pintándola con nuestro particular matiz. Esta capa de pintura que aplicamos sobre el lienzo está condicionada por nuestra posición social, económica, cultural y, lo que más me interesa aquí, por nuestro género.

A pesar de que todos los seres humanos compartimos eso que llamamos «realidad», todos arrojamos constantemente nuestra propia y única mirada sobre ella, pintándola con nuestro particular matiz.

Justamente, Marvel Moreno fue quien me hizo explícita esta diferencia. A través de sus relatos, que ponen en la palestra su manera particular de vivir el mundo como mujer, experimenté el choque de cómo, en mi condición de hombre, sentía esa distancia vivencial con tales relatos. Fue lo que engendró mi primer interés: ¿por qué estos relatos se me hacen tan extraños y, a la vez, tan familiares? Posiblemente porque crecí en el seno de una familia donde las figuras femeninas, a pesar de ser el sostén del hogar, mantenían una marcada distancia; cosas que solo les incumbían a ellas. He estado siempre rodeado de esas vivencias particulares de las mujeres, pero ellas, con su sincretismo de «son cosas de mujeres», sumado a que a nosotros, los hombres, nos venden la idea de que intentar entender esas «cosas» es una pérdida de tiempo… ¿para qué intentarlo?

En un sistema donde los hombres ostentan el poder, buscan además mantener la separación, porque de la unidad deviene la empatía; esta, a su vez, se convierte en compañerismo, que es la base de todo tejido social fuerte, y todo tejido social fuerte logra la revolución necesaria para cambiar las injusticias que sostiene el sistema. Es un círculo tan bien dibujado para que la rueda siga girando, aplastándonos a todos y todas, permitiendo que los poderosos sigan teniendo poder mientras las injusticias recaen sobre nosotros, los otros. Así funciona la sociedad en muchos aspectos, y particularmente en la división de género. «Es que las mujeres son así», «son cosas de mujeres», «a las mujeres no hay que comprenderlas, solo tolerarlas», son algunas ideas clavadas en nuestro imaginario común que consolidan esa separación.

Marvel, siempre en su virtud crítica respecto a la posición que le tocó vivir (la de ser mujer), nos regaló la posibilidad de mirar ese mundo femenino, pero especialmente el mundo doméstico, al que usualmente las mujeres se ven empujadas. Es ahí donde se sitúan muchos de sus cuentos: en la tensión entre lo cotidiano y lo extraordinario de la experiencia femenina. Para mí, eso es lo más poderoso de su pluma: hacer explícita toda la violencia e injusticia que atraviesan las mujeres en su cotidianidad, hacer notar lo extraordinario en lo que a nosotros nos parece solo normalidad.

Marvel, siempre en su virtud crítica respecto a la posición que le tocó vivir (la de ser mujer), nos regaló la posibilidad de mirar ese mundo femenino, pero especialmente el mundo doméstico, al que usualmente las mujeres se ven empujadas.

En carne propia pude vivir algo de esto cuando, hace poco, por primera vez tuve un tote bag. Es algo así como un bolso que, como accesorio, se ha ido popularizando. El hecho es que, cuando comencé a usarlo, siempre me cuestionaba por qué carajos la gente lo usaba, ya que me parecía muy incómodo; además, al agacharme, siempre se me caía todo lo que tenía dentro.

Un día le dije a mi hermana:

—Fabiana, yo no entiendo de dónde nace la fiebre por estas cosas si a uno siempre se le caen las cosas cuando se agacha.

Mi hermana, ni corta ni perezosa, se me acercó y me dijo:

—Préstemelo a ver.

Procedió a ponérselo y añadió:

—Bueno, si yo me fuera a agachar, haría esto.

Entonces tiró el bolso hacia atrás, hacia la espalda, y se agachó. En efecto, no se le cayó nada del contenido. Yo quedé completamente sorprendido porque ¡nunca! se me hubiera pasado por la cabeza hacer tal cosa. Cuando me devolvió el bolso, me dijo:

—Joshua, usted es hombre; por eso no entiende ni sabía que para usar un bolso se requieren técnicas específicas.

Ese es un ejemplo, por más mundano que parezca, de cómo hombres y mujeres vivimos cotidianidades completamente distintas. Todo gracias a la separación de «es que los bolsos son accesorios para mujeres». A nosotros se nos hace completamente extraño todo lo que incluya esa prenda. Pensemos entonces: ¿quién establece qué conforma la cotidianidad de cada género y para qué? Es una pregunta que aún me invade, querido lector, y que me gustaría saber si tú también te haces. Si no lo haces, te invito a que, de la mano de Marvel Moreno, te dejes atravesar por todos esos cuestionamientos provocados por su hermosa prosa.

¿Quién establece qué conforma la cotidianidad de cada género y para qué? Es una pregunta que aún me invade, querido lector, y que me gustaría saber si tú también te haces.

Por último, quisiera extenderte algunas recomendaciones de cuentos específicos que creo son una buena manera de entrar al mundo de Marvel. La primera es «Oriane, tía Oriane», porque, al ser también mi primer acercamiento, me parece un buen punto de partida. Te lo digo desde la experiencia: en ese cuento hay una síntesis de todas las fortalezas literarias de la autora (sus grandes comienzos con su poder atrapante desde las primeras líneas, la puesta en escena y el mantenimiento del suspenso que te atrapa al punto de sentirte prisionero de la historia) y, por último, esos finales tan impactantes. Nada como los principios y finales de Moreno. Te propongo que leas el cuento con la mirada puesta en cómo María, la protagonista, va descubriendo y relacionándose con su despertar sexual. Con eso en mente, piensa en la diferencia entre cómo nosotros, los hombres, vivimos ese despertar y cómo lo hacen las mujeres. Usualmente, a nosotros no se nos castra ni se nos oculta ese proceso: se habla y se vive abiertamente. A nosotros se nos permite una vivencia más libre, mientras que, si algo marca el despertar sexual de la mujer, es ese sincretismo impuesto por la sociedad y la familia.

Como segunda recomendación está «La hora del gato». En este cuento está la Marvel más explícita y descarnada en su puesta en escena de la incomprensión de la realidad de las mujeres. El hombre, en su reproducción de la cultura machista, relega a la mujer a un mero medio para la satisfacción de sus deseos, posicionándola como un objeto que no se busca entender ni escuchar, sino simplemente consumir. Cuando leí esta historia me sentí constantemente interpelado por todos los comportamientos que, explícita o implícitamente, nosotros reproducimos. Es esa posibilidad de la mirada externa la que nos confronta, porque hay que decirlo sin tapujos: el hombre del cuento es un hijo de puta idiota y malnacido, pero ¿acaso nosotros no hemos sido también ese malnacido?

En fin, querido lector, me despido esperando que el paso por esta carta te anime a leer y a cuestionar nuestra cotidianidad, nuestros privilegios, para así dejar de reproducir todas estas dinámicas que sostienen tantas injusticias.

Por un mundo más justo e igualitario, Joshua Ruiz Horta.


Magalico

Literatura diversa para todo tipo de lector. Ocio, pedagogía, creatividad, reflexión e investigación. Somos profesionales en literatura.