La muerte y otras minucias:
proyecto ganador de la Convocatoria Estímulos Cali 2021
La muerte y otras minucias es el proyecto con el que fui ganador del estímulo 38 («Estímulo para la creación literaria en zona urbana y zona rural de Santiago de Cali para artistas emergentes») de la Convocatoria Estímulos Cali 2021.
Antonio José Hernández Montoya
La muerte y otras minucias es el proyecto con el que fui ganador del estímulo 38 («Estímulo para la creación literaria en zona urbana y zona rural de Santiago de Cali para artistas emergentes») de la Convocatoria Estímulos Cali 2021. El objetivo era escribir un libro de 80 minicuentos, género que me apasiona desde que comencé a estudiar literatura, y lo logré. Tras un extenso proceso de planeación, creación y reescritura, el pasado 14 de noviembre cerré la primera versión completa de la obra.
Los minicuentos los dividí en cinco categorías temático-estructurales: unos apegados a la forma tradicional del género, otros de máximo 50 palabras, otros donde la intertextualidad con la historia del arte es el centro, unos que adoptan la forma de definiciones personales y los últimos que sitúan sus tramas en la ciudad de Cali. Cada categoría está integrada por 16 minicuentos. La delimitación significó un reto a la hora de construir los argumentos.
Los minicuentos los dividí en cinco categorías temático-estructurales […]. Cada categoría está integrada por 16 minicuentos.
Como parte de esta nota donde socializo el resultado del estímulo, se incluyen cinco piezas gráficas (diseñadas por el escritor, ilustrador y animador Daniel Collazos) para presentar el proyecto y obsequiar una muestra de cuatro minicuentos pertenecientes a cuatro categorías distintas: «El rompecabezas», «Trastorno», «Pre-infarto» y «El gato».
El minicuento es un género cuyos límites son difíciles de definir. La investigadora Violeta Rojo le otorga cinco características fundamentales: la brevedad, la aparente falta de trama, la capacidad de adoptar distintas formas, la economía del lenguaje y la intertextualidad. En lo relativo a la brevedad, no existe una extensión establecida: uno llama instintivamente «minicuento» a una narración de un párrafo, de pocas líneas, pero es autoritario establecer un número máximo de palabras. Un género narrativo no debe medirse con criterios así de cerrados. Como dato curioso, mis textos más largos no sobrepasan una página.
Uno llama instintivamente «minicuento» a una narración de un párrafo, de pocas líneas, pero es autoritario establecer un número máximo de palabras.
Los minicuentos de menos de 50 palabras, por otra parte, recurren en extremo a la brevedad y a la economía del lenguaje: nada puede sobrar. Representaron un reto porque, aunque este género se caracteriza por una aparente falta de trama, sí es indispensable que se cuente una historia, que al menos se la pueda insinuar, y que esta tenga una base conceptual suficiente para lograr un efecto en la persona que lee. Todo esto lo trabajé construyendo esas minucias.
En el caso de los minicuentos intertextuales, me propuse conmemorar artistas como Billie Holiday, Federico García Lorca, Alfonsina Storni y Pablo Picasso, y homenajear creaciones como Las cuatro estaciones de Vivaldi, pinturas de Goya y Dalí, las obras de Rulfo, Poe y otros clásicos de la literatura. En esta categoría resultan fundamentales los conocimientos de las personas lectoras, de lo contrario, las referencias quedarían incompletas y se perdería el efecto buscado. En la muestra elegida, por ejemplo, es necesario que se sepa sobre la relación del Ratón Pérez con los dientes y que se conozca la trama del cuento «Berenice»; sin esa información, la minucia resulta menos comprensible.
Los minicuentos con forma de definición personal fueron más complejos. En su mayoría adoptaron la estructura clásica del diccionario, pero deformando los significados debido a que les otorgué mi mirada. El Diccionario del diablo, de Ambrose Bierce, fue un referente importante durante la escritura. Así se logró un grupo de minicuentos con sentido lúdico. En estos ejercicios creativos también me propuse introducir narración a medida que definía, sosteniendo dos tonos: el narrativo y el argumentativo. La categoría temática en su conjunto ejemplifica la capacidad de adoptar distintas formas que posee el género del minicuento, aspecto planteado en la investigación de Violeta Rojo.
La última categoría de mi proyecto incluye los minicuentos cuyas tramas se sitúan en Cali, capital del Valle del Cauca, nuestra ciudad. Durante el proceso de escritura me sumergí en mis recuerdos y traté de aumentar mi capacidad de observación. La ciudad es inabarcable en 16 minicuentos, de todas formas me propuse describir algunos lugares y características importantes de Cali; quise centrarme en zonas y construcciones no tan icónicas pero claves, como el Terminalito y el Puente de los Mil Días, y le ofrecí un modesto homenaje al león Júpiter, a los diablitos que salen a fin de año y a la querida Univalle.
El estímulo 38, que a la larga es una beca, resultó muy valioso para mi proceso de escritura porque tener tiempo para indagar distintas temáticas y estructuras mejora la variedad y los puntos de vista que requieren las obras literarias. Asimismo, es bello ver a Cali como una ciudad susceptible de ser escrita, como un espacio a la espera de ser convertido en palabras. Yo espero hacer un pequeño aporte con estas minucias.
Desde el 4 de octubre hasta el 14 de noviembre estuve escribiendo en el computador y en papel, tachando, reescribiendo, planeando y estructurando los minicuentos que conforman La muerte y otras minucias. Estuve haciendo lo que me gusta. La obra la seguiré ajustando hasta que se encuentre perfecta y pueda sorprender a muchas personas lectoras.
