Better Call Saul,
o el esplendor narrativo
Better Call Saul, la precuela de Breaking Bad, es una serie elogiada por la crítica desde su primer episodio por sus aciertos narrativos y la estética de su fotografía. Conoce en esta breve reseña algunos de los logros más importantes de esta obra maestra (sin recurrir a spoilers). Anímate a conocerlos: adéntrate en este magnífico universo audiovisual.
Antonio José Hernández Montoya
La primera vez que vi Better Call Saul me dije que se parecía a Comala. El Albuquerque de Jimmy McGill estaba lleno de fantasmas como Mike Ehrmantraut, Tuco Salamanca y Gus Fring, viejos integrantes de una trama que sin duda puede considerarse la mejor de la historia televisiva norteamericana. Better Call Saul tuvo que ponerse unos zapatos gigantes, pero poco a poco, fotograma a fotograma, los fue coloreando hasta lograr no parecerse a su predecesora. Breaking Bad es veloz, explosiva. La precuela es más lenta y sugerente; para enumerar la totalidad de sus aciertos técnicos y estéticos se necesitaría un libro. Los más importantes los esbozaré en los siguientes párrafos.
Los tiempos de Better Call Saul
En primer lugar, la serie presenta una comunión de tiempos: el pasado, cuando Jimmy aún no era Saul Goodman; el presente, cuando es Gene Takavic; y el tiempo de Breaking Bad, con el que los acontecimientos se terminan enlazando para aprovechar los conocimientos de la audiencia. A manera de inversión estética, el presente se cuenta en blanco y negro, quizá porque es el más desolado, el que solo tiene dos tonos: el arrepentimiento y la soledad. Los tres tiempos se fragmentan y se entretejen (se complementan) estableciendo paralelos entre acciones de distintos personajes. Es un acierto darle pocos minutos al tiempo de Breaking Bad; el objetivo de Better Call Saul es profundizar el origen y el destino del abogado.
La tensión y los personajes en Better Call Saul
En segundo lugar, Vince Gilligan y Peter Gould encontraron una solución inteligente y muy efectiva para aumentar el misterio en la obra. Antes dije que Albuquerque parecía Comala por los fantasmas, es decir, por la cantidad de personajes de los cuales se sabe su final; pues bien, los guionistas introducen una coprotagonista, un personaje secundario y un «villano» que no aparecen en Breaking Bad: Kim, Nacho y Lalo Salamanca, respectivamente. Así se construyen nuevos hilos y se mantiene la tensión porque el espectador desea saber a dónde fueron. Además, cada uno trae consigo un desarrollo psicológico más que notable, aterrador en algunos casos, necesario en otros. Breaking Bad narra un mundo de hombres; Better Call Saul intenta alejarse de ese mundo gracias a Kim Wexler.
Los mundos de Better Call Saul
En tercer y último lugar, la precuela también establece el choque de dos mundos: el judicial y el criminal. De un lado están Howard y Chuck; en el otro se encuentran Mike, Gus, Lalo y Nacho. Tanto Jimmy como Kim quedan en medio; sus decisiones son las que configuran el trágico encuentro entre ambos mundos, la tan esperada derrota de lo judicial a manos del crimen, representada en el cambio de identidad de Jimmy, quien se vuelve Saul Goodman. Aquí se desarrollan también varios de los temas de la serie: ¿por qué no siempre hacemos lo correcto? ¿Existe realmente la justicia? El choque de mundos es un choque de ideologías en el que la violencia se erige como ganadora, al menos casi siempre.
Better Call Saul, una obra de arte
Better Call Saul combina tres tiempos, dos mundos en pugna y personajes profundos, casi más humanos que nosotros mismos. A este aparataje estructural se le añaden fotogramas con composiciones notables, con luces y sombras, con ojos brillantes, con trajes coloridos y paisajes desérticos; se le añaden las típicas tomas desde adentro de los objetos, los sonidos de ambiente que saturan de realismo; los diálogos conmovedores, en los que muchas veces se mencionan ciertas ideas mientras en realidad se hace referencia a otras; los objetos que se vuelven símbolos: un pedazo de vidrio, un helado, un anillo, el corcho de una botella. Better Call Saul es una obra de arte construida con decisiones narrativas sublimes.
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