La iguana muerta y otras historias que no pude contarte:
Entrevista con Laura Marcela Aguirre Martínez
La iguana muerta y otras historias que no pude contarte es el primer libro de la escritora y médica caleña Laura Marcela Aguirre Martínez. La obra, publicada en septiembre de 2023, es un conjunto de minicuentos que exploran el amor y el desamor. En Magalico hablamos con la autora sobre la creación de su libro y su forma de entender la literatura.
Antonio José Hernández Montoya
1. Laura Marcela Aguirre Martínez
Resulta que sos médica. Sería interesante si nos hablás un poco sobre las diferencias y similitudes que para vos hay entre esas ramas tan aparentemente lejanas como la medicina y la literatura.
Antonio, primero que todo muchas gracias por invitarme a esta conversación. Bueno, ¿qué te puedo decir? No creo que sean ramas lejanas en realidad, dado que la medicina es una de las (infinitas) formas de acercarse a lo que es el ser humano como un conjunto de cuerpo, mente, alma (esencia o como quiera llamarse). Una visión que permite conocer desde la célula hasta el individuo en sociedad, pasando con la corporeidad y la experiencia sensible. Creo que para mí lo diferente es el alcance. La literatura y la medicina, cada una por su cuenta, hacen cosas con y por el ser humano y, así mismo, le brindan ciertas posibilidades que la otra no. Por ejemplo, la medicina te permite acercarte en persona al dolor, al nacimiento, a la muerte. Tocar, oler, tomar decisiones. Mientras que la literatura crea imágenes mentales en el lector y le permite al escritor crearlas. Construir mundos. Para no extenderme más, diría que una de las similitudes es que ambas permiten plantear hipótesis, resolver misterios humanos tan originales y únicos como antiguos. Por supuesto, encuentro estos propósitos (los de ambas ramas) atractivos y desafiantes.
En la revista Lexikalia, dirigida por estudiantes de Licenciatura en Literatura de Univalle, se publicó uno de tus cuentos, «Plumas», por allá en 2021. ¿Desde hace cuánto empezaste a escribir? ¿Por qué decidiste hacerlo?
Ufff. Escribí «Plumas» cuando ya había alzado vuelo. Yo empecé a escribir desde muy temprano, en el colegio, a participar en concursos de cuento, poesía, (supuesto) ensayo. Recibí algunos reconocimientos y, sobre todo, fui feliz y consciente de este gusto. Ya en la universidad encontré otros pretextos. Las vivencias con mis pacientes, por ejemplo, que dan vida a «Plumas», entre otros relatos y poemas, algunos publicados pero la mayoría inéditos. Como dato curioso, también solía escribir canciones y recibí el primer puesto en la categoría de canción inédita en el festival UNICESI Canta 2014 (estudié primero en la ICESI, pero me cambié a la Universidad del Valle, de donde egresé). Yo creo, Antonio, que no es una decisión que yo haya tomado, quiero decir, la de escribir. Y esto te puede sonar cliché, pero, la verdad, yo siento que «escribir me atraviesa», como escribió un día Hélène Cixous y que es una frase que retomo en el libro. Entonces en principio no lo veo como una decisión, aunque, por supuesto, sentarse frente al cuaderno o frente al computador sí que lo es. Es ya una decisión y parte de la disciplina muchas veces, más que de la inspiración o el impulso.
¿Qué han significado para vos el segundo lugar en la categoría general del concurso Cali en 100 Palabras y la obtención del estímulo de la alcaldía de Cali que te permitió publicar La iguana muerta y otras historias que no pude contarte?
Me gusta mucho esta pregunta porque este reconocimiento me dio un empujón, por así decirlo, a seguir apostándole a la minificción. Al menos por ahora. Creo que ese premio lo que hace es decirme: «usted puede ser buena en esto» o «intente por aquí», y entonces esa voz, ese consejo, me llega justo en un momento de la vida en el que sabía que necesitaba escribir y me da la «forma». Es decir, es lo que hace que me decida por la minificción para todo esto que tenía por contar en ese momento y por los meses siguientes.
2. La iguana muerta y otras historias que no pude contarte
¿Cómo definirías o presentarías la obra a alguien que nunca ha escuchado de ella y tampoco te conoce como autora?
Es una respuesta que puede ser múltiple, ¿sabes? Yo siento que uno siempre repite algunas palabras o frases para explicar la trama, es decir, de qué va el libro, pero también esa respuesta cambia de acuerdo a reflexiones recientes, estados de ánimo, etc. Es decir, creo que yo aún estoy encontrando nuevas definiciones y sentidos en la obra. Por ahora, diría que es un libro ilustrado de 70 minificciones, escrito por una mujer caleña afrodescendiente, con todo el amor, el desamor y el anhelo que le cabía en el pecho al momento de crearlo. Diría que eso es y que intenta ser un refugio. Un libro con el que se pueda conversar y que sirva de compañía.
En el prólogo nos cuentas: «Escribo breve para correr al ritmo de una sociedad rápida, tan acostumbrada a los mensajes cortos, a la manifestación de las emociones en pocos segundos», y presentas el libro como un libro de minificciones. ¿Cómo concebís la minificción y cuáles son para vos sus características más importantes?
Te cuento que esta respuesta podría ser un libro. Por supuesto, otras voces maestras como la de Violeta Rojo, Ana María Shua, Pía Barros, entre muchas otras, lo han dicho ya mucho mejor que yo y con más fundamento. Yo concibo la minificción como una apuesta por la brevedad y el ingenio, así como por la condensación de la razón y la emoción en pocas palabras. Sus características son varias, la brevedad, por supuesto, su carácter proteico, pero yo me quedaría con una que me gusta mucho y que se evidencia en el libro y esa es la intertextualidad. Me parece muy bello que un texto pueda (no es obligatorio pero sucede con frecuencia) conversar con otros, traerlos a colación, homenajear, si se quiere, obras y autores con alusiones sutiles. El intertexto, que no debería confundir al lector ni restarle claridad o belleza al relato, podría ser una buena sorpresa, una conexión entre mundos literarios.
Es tradición entre las personas que escriben cuentos y minicuentos nombrar sus libros con el título de alguno de sus cuentos, el favorito o el que les parece el mejor. ¿Por qué te decidiste por «La iguana muerta y otras historias»? ¿Por qué añadiste «que no puedo contarte»?
Ja, ja, ja, aquí continúo con la tradición. Así es. Te cuento que yo soy un poquito celosa con esa respuesta porque creo que allí se esconde parte del misterio y el sentido del libro. Me gustaría que quienes lean esta entrevista se den la oportunidad de descubrir ellos/as mismos/as por qué «La iguana muerta y otras historias». Pero, por ahora, les adelanto que este cuento habla de un proceso similar al que atraviesa la relación amorosa después del fin. El «que no pude contarte» lo añadí porque, sin duda, como contadora de historias, para mí lo más difícil del desamor fue en definitiva ya no poder contárselas a la persona con quien antes compartía todo.
Te cuento que mis favoritos son: «01 Modelo para armar», «Todo lo que hizo falta», «Residuos», «Ocaso y extinción», «Pozos inesperados», «Medusa» y «Esqueletos de hielo». ¿Me cuentas cuáles son tus favoritos y por qué razones?
¡Muchas gracias por tener favoritos y compartirlos conmigo! Me hace sentir especial e imagino que hiciste una lectura detallada, tal vez doble o triple (ja, ja, ja), que es lo que desearía para todos/as/es quienes lean este libro. Ufff, no sé muy bien si tengo favoritos, pero si escucho a mi corazón ahora mismo te diría: «La iguana muerta y otras historias» (por supuesto), «Los municipios y el agua», «Reportes desafortunados», «Pozos esperados» y coincido contigo en «Ocaso y extinción». Sin duda, también, el epílogo: «Todo lo que haga falta». Me parece una declaración necesaria y casi que un mantra para mi presente.
Las ilustraciones internas del libro fueron hechas por vos. Mis favoritas fueron «Mi amor es un gato», «Mi nariz protesta», «Los municipios y el agua». ¿Por qué te decidiste a acompañar las obras con dibujos? ¿Cómo fue el proceso de convertir tus palabras en imágenes?
¡Me alegra que te hayan gustado! Yo creo que «Mi amor es un gato» es la ganadora universal entre las favoritas. Lo digo porque con estas ilustraciones diseñé postales que he regalado y vendido y, sin duda, esta es la más requerida. Bueno, Antonio, esta es mi primera experiencia como ilustradora de mis cuentos. La decisión parte de dos puntos: el primero, sentir que muchas veces las palabras no alcanzan a expresarlo todo y que el dibujo podría ser una forma de profundizar la conexión con el lector, de decirles un poco más; la segunda, la reciente convicción de que no se necesita ser un dibujante experto o un profesional en artes visuales, para decir «Yo ilustro» y atreverse a contar con imágenes. Para este segundo punto es imposible no mencionar la inspiración que he encontrado en la escritora e ilustradora Amalia Andrade, así como en decenas de ilustradores/as que comparten su trabajo en Instagram.
La iguana muerta y otras historias que no pude contarte está atravesado por las temáticas del amor y el desamor, la cotidianidad, las nuevas tecnologías y la ciudad de Cali. Respecto a esta última, me gustaría saber qué características particulares puede ofrecer Cali a los temas del amor y el desamor. Es decir, ¿qué hace particulares al amor y al desamor en Cali?
Antonio, yo te podría responder basada en mi Cali, que no es la misma tuya, ni la de quien lee estas páginas. Mi Cali tiene librerías-café, museos, espacios culturales, comerciales y residenciales que compartí con la persona que inspiró gran parte de esta obra, y que ahora, al visitarlos o habitarlos sola, parecen diferentes. También creo que mi Cali, tal vez la nuestra, tiene ríos, lluvias, huecos en las vías, transporte público ineficiente, entre otras particularidades que la hacen a veces más difícil aún de recorrer para quien está triste. Por otro lado, tiene costumbres que parecen movilizar hacia la alegría en medio de la adversidad, como algunos eventos de la Feria, la celebración de la Navidad, además un viento que acaricia y comida rica. Estos últimos dos, aunque no solucionan las cosas, por lo menos le recuerdan a uno que todavía está vivo y que tiene cinco sentidos para sentirlo todo (perdón la redundancia).
Hay en la obra un apartado titulado «Los síntomas», que aborda las manifestaciones físicas del desamor en los cuerpos. ¿Influyó tu profesión en la escritura de estas piezas? ¿Cómo fue el proceso de identificar estos síntomas y lo que pueden implicar para cada persona?
Así es. Yo creo que aquí se funden en una sola la Laura Marcela médica y la Laura Marcela escritora en construcción. Hay una frase que a mí me gusta mucho y que frecuento, que dice: «Toda escritura es autobiográfica». Así que sí, claro que influyó, pero no sólo la parte médica como quien diagnostica y trata, sino también como paciente, como persona que sufre ciertas condiciones, por fortuna no graves, pero que empeoran con la tristeza y el estrés. Hay que recordar que el desamor también es un proceso de estrés, físico, emocional, es más que eso, es una situación de crisis e incluso un duelo. Es normal que las cosas dentro de la mente y el cuerpo no funcionen tan bien como deberían y que todo se comporte diferente. Sin embargo, no hay que irse a los extremos: ni negar lo que sentimos porque «qué bobada decir que estoy así es por amor», ni normalizarlo todo al punto de ignorar banderas rojas de una situación de riesgo (lo que se conoce como duelo patológico). Ojalá nos permitamos sentir y vivir el dolor, pero también buscar ayuda cuando sea necesario.
Me gustaría cerrar esta serie de preguntas sobre el libro con una duda caprichosa. ¿Por qué elegiste el color rosado para la portada y contraportada de La iguana muerta y otras historias que no pude contarte?
Ja, ja, ja, esto no es obra exclusivamente mía. De hecho, yo no soy la protagonista en la elaboración de la portada, sino la maravillosa artista Hanna Ramírez (en Instagram está como @hanna.rg), quien realizó un trabajo maravilloso a partir de algunas fotos e imágenes de base, así como de algunas paletas de colores propuestas, gustos y referencias que se discutieron en reuniones. Si me lo preguntas, un trabajo magistral, y aunque nunca me he considerado una chica «rosa», sí es un color que uso mucho, que me acompaña a diario y al que me siento cercana. No sólo a él sino a todos los colores de la portada. Creo que el resultado no podría haber sido mejor. Es una felicidad enorme contar con el arte de Hanna en la portada del libro.
3. Proyectos futuros
¿Cómo fue tu experiencia al trabajar con Ediciones El Silencio? ¿Cómo te parecieron todos esos procesos que acompañan la creación del libro, como la edición y el diseño, además de la construcción de las postales y las demás piezas gráficas que acompañan la obra?
Fue un trabajo exhaustivo, muy intenso y detallado, en el que me sentí acompañada desde el primer momento. Tuve un maravilloso gestor editorial que juntó las piezas correctas y así fue como terminé en manos de la mejor editora y correctora posible para esta apuesta literaria, Geraudí Gonzáles Olivares, así como acompañada por Hanna, a quien ya mencioné, encargada de la portada, y por Lady Olarte, diseñadora y diagramadora de páginas internas. Ya los elementos gráficos adicionales que conociste, como las postales y stickers, fueron diseñados por mí e impresos por mi papá quien tiene amplia experiencia en artes gráficas y me ha apoyado en todo este proceso.
Hay en la obra un conjunto de referencias a otros autores: a Peri Rossi en el epígrafe; al dinosaurio de Monterroso en una de las dedicatorias; a Cortázar en títulos como «01 Modelo para armar» y «Todos los miedos el miedo»; a Murakami con «De qué hablo cuando hablo de correr» en una de las ilustraciones. ¿Cómo ha sido tu relación con estos autores? ¿Cómo fue el proceso de descubrir o consultar distintas obras literarias, musicales o cinematográficas que también tienen como tema central el amor y el desamor?
Esta pregunta también podría responderla in extenso pero seré breve. A Monterroso lo conocí desde el colegio, a Cortázar lo llevo grabado en mi corazón y he intentado seguir sus pasos (por el mundo), a Peri Rossi la conocí, la leí y la estudié gracias a alguien a quien quiero y admiro, y a Murakami, aunque no he tenido la oportunidad de leerlo tanto, le tengo mucho respeto por su condición dual de escritor-atleta. Es de una disciplina férrea. Además me agrada el título de la obra que cito en el libro. Por ahí hay otras referencias, ja, ja, ja, por ejemplo, a Sui Generis, ya algo musical. De todas, diría que la relación más estrecha es con Cortázar, con su vida y obra, pero como digo, podríamos hacer solo una entrevista con ese tema.
Aquí viene la pregunta cliché que nunca puede faltar en una entrevista. ¿Cuáles son tus libros favoritos? ¿Qué libros recomiendas con tu vida?
Difícil porque quisiera hablar sobre muchos. Pero te respondo puntualmente: Rayuela. Deseo de escritura. Todo sobre el amor. Otros colores para nosotras. Por qué no hablo con blancos sobre racismo. Lo que no tiene nombre. Kintsugi. La tetralogía de El cementerio de los libros olvidados. Los de Amalia Andrade. Finalmente, una obra local muy bella: Llegar al Aware, de Violeta Olarte Rebellón.
Para concluir este diálogo, ¿te animás a contarnos qué viene para vos en términos de la escritura? ¿Estás trabajando en algún proyecto? ¿Habrá pronto un nuevo libro? ¿Más minicuentos o quizá poesía o novela?
No me puedo comprometer, Antonio. ¡Ja, ja, ja! Estudio la Especialización en Escrituras Creativas de la Universidad Icesi y creo que mi próximo libro será (¿o no?) el proyecto que trabaje durante el posgrado. Por ahora me debato entre un libro de cuentos y una novela corta. Aunque… te cuento que tengo muchos textos inéditos escritos en verso (lo digo así porque ni siquiera estoy segura de que cuenten como poesía), que hace rato tengo pendientes por revisar, editar y ojalá publicar en mi primer poemario. Ya veremos qué pasa primero. Quiero seguir aprendiendo, disfrutar el proceso y ver a qué puertos me lleva este barco de la escritura.
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