• Categoría de la entrada:Opinión

Corrector de estilo,
¿qué haces?

El corrector de estilo realiza una serie de operaciones intelectuales en el terreno de la lingüística, y estas operaciones son de tal importancia que convierten a este oficiante de la palabra en un coautor discursivo.

Jorge Medina

Corrector de estilo
Imagen de Derli Lopez en Pixabay 

¿Qué hace un corrector de estilo? Lo responderé con un panorama general desde el punto de vista de la disciplina en la que echa raíces la labor del corrector: la lingüística. No, no hay que ser un lingüista para ser un corrector, pero necesariamente sus decisiones habitan ese terreno. Con esto pretendo revelar, para quienes no lo sospechan tan siquiera, la amplitud del ejercicio intelectual de este oficiante de la palabra; y para quienes ya lo saben, esto podría ser una reafirmación o un cuestionamiento sobre reflexiones aparentemente culminadas y otras que aún no hemos hecho.

Poner comas y tildes

Hace varios meses le comenté a una amiga que yo debía darle una inducción al nuevo corrector de estilo.

—¿Al qué…?

—Al nuevo corrector de estilo.

—¿Corrector de qué…?

—De textos.

—Ah, ya entiendo. Creí que era estilo de ropa o algo así…

Los universitarios frecuentemente tienen experiencias similares:

—Estudio sociología.

—¿Y eso qué es?

—No tengo ni idea.

El oficio de la corrección de estilo se enfrenta al mismo interrogante, aunque no es un pregrado. Es por eso que lo llamo «oficio», porque puede practicarlo incluso el sociólogo en formación que no sabe para qué es la sociología. Sin embargo, esta ausencia de formación reglada no implica que el oficio deba practicarse sin fundamentos o sin criterios disciplinarios. 

—Me dieron su número, estoy buscando un corrector.

—Cuénteme en qué le puedo ayudar.

—Necesito entregar mi tesis mañana y el director me pidió que buscara a alguien que me ayudara a poner comas y tildes.

—Comprendo. ¿A qué hora la necesita?

—En la mañana.

—Son las cinco de la tarde. Es poco tiempo, eso tiene un costo adicional.

—¡No es para tanto! Solo es poner comas y tildes. No hay que escribir nada.

Según mi experiencia, lo normal es que las personas crean que la única función del corrector de estilo es poner y quitar comas y tildes, porque sabe poner y quitar comas y tildes, porque fue un gran estudiante de español en el bachillerato y tiene la competencia de recitar las normas para tildar, porque en la universidad destacan sus ensayos perfectamente tildados. Comas y tildes, no puntos, pues los puntos solo van al final de cada párrafo.

Según mi experiencia, lo normal es que las personas crean que la única función del corrector de estilo es poner y quitar comas y tildes.

Aquella vez trabajé intensamente para entregar esa tesis en el tiempo acordado. Debido a ciertas circunstancias de urgencia no se me alcanzó a pagar la primera parte del dinero, y yo proseguí con la corrección porque tengo por principio la prudencia y no quería verme en la angustiante situación de iniciar un trabajo demasiado tarde; no quería ser yo quien fallara.

—El  texto está listo. Te lo envío cuando me consignes lo acordado.

No volví a saber nada de los autores. Ellos no recibieron el texto, por supuesto. En esa ocasión obtuve dos aprendizajes:

  • No empezar jamás un trabajo por el que no se haya pagado al menos la primera parte del total acordado.
  • Cada corrección, sin importar el costo, tiene un gran valor profesional, pues suma puntos de experiencia con los problemas que uno debe afrontar y resolver. El corrector aprende constantemente, y debe estar dispuesto a hacerlo.  

«Solo es poner comas y tildes», me dijeron. ¡Cuántas veces habré pasado por la misma conversación! 

No, el corrector de estilo no solo pone comas y tildes. Supongamos que así lo sea, que su labor se restrinja a marcar acentos y puntuaciones. Bien, aunque esa fuera su única labor, el corrector no va poniendo rayas y puntos sin más ni más. La escritura no es ese paraíso de las portadas de La Atalaya, de ninguna manera; la escritura está llena de conflictos. Hay comas cuya ausencia deja más de una interpretación, y ponerlas implica, muchas veces, que el corrector deba elegir lo que parece más apropiado según su comprensión del texto. ¿Y si falla? Porque puede fallar, ¡hay oraciones indescifrables!, y no queda más que preguntarle al autor qué está intentado decir, recibir esa información y escribir completamente la oración o el párrafo. Este aspecto del error merece una reflexión particular en otro texto. 

En todo caso, no, el corrector de estilo no se encarga solo de poner y quitar comas, tildes y puntos. Entonces, ¿qué es lo que hace? 

Corrección de textos

¿Qué hace un corrector de estilo? Una definición general

Hay un texto muy preciso al respecto publicado en La corrección de estilo en Colombia: reflexiones y relatos de correctores de oficio, un libro de la Asociación Colombiana de Correctores de Estilo (Correcta) en el que se recopila una serie de artículos sobre esta profesión. El texto se titula «El corrector de estilo: aproximación a la comprensión de su actividad como actor social y coautor discursivo», de Óscar Oswaldo Torres Angarita.

De manera general, Torres define al corrector de estilo como:

Un actor social y coautor discursivo, cuya labor profesional consiste en «corregir» un texto el cual, generalmente, forma parte de un proceso intelectual de producción de un discurso que se divulgará en libros, revistas y otros medios impresos o en publicaciones electrónicas, o de un discurso destinado a cumplir uno de los requisitos de grado —elaboración de una tesis— con los cuales un estudiante universitario se hace acreedor a un título profesional o de posgrado. Consideramos al corrector de estilo como un profesional que usualmente presta sus servicios a industrias del conocimiento, específicamente a empresas editoriales, universidades, entidades oficiales, organizaciones no gubernamentales, o a autores que publican por su propia cuenta.

De la definición de Torres podemos obtener los siguientes elementos:

  • La labor del corrector de estilo es fundamentalmente intelectual.
  • El proceso intelectual se materializa en las labores de la producción de un discurso escrito. No importa si el discurso será leído, el corrector solo puede llevar a cabo sus labores sobre la escritura.
  • Estos discursos se elaboran con la intención de ser publicados. No es normal que se pida una corrección para un texto que no se piensa publicar. Este punto es sumamente importante, como veremos más adelante.
  • Se destaca particularmente el discurso construido como requisito para obtener un título universitario, llámese monografía, trabajo de grado o tesis. Este es un tipo de texto para el que frecuentemente se acude a los correctores de estilo.
  • El corrector puede ser solicitado por ciertas entidades en las que la producción de discursos es una labor constante, por ejemplo, editoriales, universidades, entidades del Estado u organizaciones no gubernamentales. También es posible que sus servicios sean requeridos por autores que no dependen de las editoriales.

Con lo anterior tenemos una aproximación general del ámbito en el que se desarrolla el oficio, pero aún no tenemos un acercamiento a lo que implica la corrección de un texto. Entremos de inmediato en ese aspecto.

El corrector de estilo frente al texto: las labores lingüísticas

Torres aclara que este oficio se desarrolla sobre tres campos de la lingüística: el gramático, el semántico y el pragmático.

Gramática: Estudia los elementos que componen una lengua y la forma en la que estos se combinan. Torres la define como el «estudio de las normas de construcción de las oraciones de una lengua». 

Semántica: Estudia el significado de las unidades de sentido de una lengua, por ejemplo, las palabras. 

Pragmática: Estudia el significado de la lengua en relación con el contexto de sus hablantes y las circunstancias en las que se emiten los enunciados.

El proceso intelectual del corrector se aplica en estos campos debido a que son los que se manifiestan en la escritura, no solo en la oralidad. Hay un cuarto campo de la lingüística que también entra en juego: la fonética. Este se centra en el sonido de la lengua. ¿Qué tiene que ver un corrector con la fonética? En la dimensión del estilo el corrector toma decisiones fonéticas: eliminar las cacofonías es una de ellas.

Es tan poderoso en ocasiones el sentido sonoro de las palabras que el corrector debe enfrentar constantemente un dilema: ¿priorizar el sonido sobre la corrección gramatical? 

—Me doy cuenta que no tengo muy clara la función de un corrector.

—«Me doy cuenta DE que no tengo…».

—No, ¡eso suena horrible!

—Si no pones esa preposición, caes en un queísmo.

Así, constantemente. Conozco escritores que llevan al exceso la sonoridad de las palabras hasta el punto de llevarse por delante no solo la gramática, sino también la puntuación: ponen comas decorativas, decoraciones sonoras. Desde luego, en los textos literarios es posible tomarse innumerables licencias ortográficas, y aun así el dilema no se resuelve fácilmente. Otros escritores llevan al exceso la corrección gramatical, no hay licencia poética que perdonen. ¿Entonces? Bien, el corrector debe decidir, y cada corrector tiene su carácter.

¿Cómo actúa específicamente el corrector en los campos lingüísticos? 

Frente a la gramática, el corrector adecúa el género, el número, las conjugaciones verbales, la posición de los elementos que conforman la oración. Así es como consigue ajustar los artículos, el masculino y el femenino de estos y de los sustantivos; los plurales y los singulares; el tiempo correcto en el que deben conjugarse los verbos; el orden más legible para disponer los elementos de una oración, elementos como los incisos, los complementos, los verbos y los sujetos. La ortografía en general hace parte de este campo. 

En cuanto a la semántica, el corrector debe decidir qué palabras son más adecuadas para la intención comunicativa de las oraciones. Ocurre mucho que en los textos se elijan palabras que no significan lo que se cree; allí el corrector aplica sus conocimientos y su competencia investigativa para validar o refutar los significados, y realiza los ajustes necesarios: reemplaza los vocablos incorrectos por los correctos o por los más adecuados según el contexto

El corrector debe decidir qué palabras son más adecuadas para la intención comunicativa de las oraciones.

Desde luego, abordar la semántica de un texto ya no es la labor de microestructura de «solo poner comas y tildes», pues entramos en el plano de la disciplina en la que se construye cada discurso. ¿Qué significa esto? Significa que el corrector se enfrenta a los diversos discursos disciplinarios, no solo trabaja en función de significados generales y de uso común. Es por esto que hay correctores especializados en áreas del conocimiento, por ejemplo, correctores con experiencia en las ciencias humanas, en las ciencias naturales, en la disciplina contable y en la del derecho, en el arte literario, etc. 

—Para presentar una tutela se debe surtir el siguiente procedimiento.

—¿Surtir? ¿Surtir como el agua? ¿Surtir como se surten los supermercados?

—En Colombia, el verbo «surtir» está bastante asentado en la jerga jurídica para indicar una serie de pasos que se deben realizar en un procedimiento.

—La RAE no define así ese verbo.

—No importa, la RAE no lo define todo, no tiene cómo ni por qué. Como dato curioso, para que sepas: tampoco tiene la palabra «monitoría».

Finalmente, en lo que respecta a la pragmática, ya hemos dilucidado algunos elementos: las decisiones que toma el corrector obedecen no solo a un conocimiento general de la lengua, sino a un tratamiento específico del discurso según el contexto comunicativo. El corrector, como coautor discursivo, ayuda a que el primer autor del discurso logre comunicarse satisfactoriamente mediante la palabra escrita frente a un interlocutor ideal que habita en un contexto particular. Un corrector que no tenga en cuenta la pragmática podría tomar decisiones equivocadas.

El corrector, como coautor discursivo, ayuda a que el primer autor del discurso logre comunicarse satisfactoriamente mediante la palabra escrita frente a un interlocutor ideal que habita en un contexto particular.

Corrección de textos

El corrector de estilo como coautor discursivo

La idea de Torres del corrector de estilo como coautor es muy potente para darle el valor que merece este oficio, no porque deba rebuscarse ese valor, sino porque no se tiene claro al no comprenderse la dimensión de sus aportes en la construcción de un texto. 

Para Torres:

El corrector de estilo coparticipa en la construcción del discurso aportando sus condiciones de especialista en el conocimiento de las normas gramaticales de la lengua.

«Coparticipar» significa ser parte de algo; en este caso, es ser parte de la construcción de un discurso, y el corrector, como especialista de las normas de escritura, es el aliado del autor para lograr el objetivo principal de todo texto: la comunicación. El corrector coparticipa en la elaboración de ese discurso teniendo en cuenta estos interrogantes: ¿comunicar qué?, ¿comunicar para quién?, ¿comunicar en dónde?, ¿comunicar cómo? Los campos de la lingüística abordados por el corrector se aplican al responder estas preguntas. 

El corrector de estilo no solo tiene la competencia para que un texto «sea bonito» o cumpla las normas gramaticales, sino que también es capaz de abordar el texto de manera integral, es decir, como una escritura en un contexto determinado.

Nuevamente, la idea del contexto, pues no es poca cosa.

Torres identifica varias dimensiones partícipes del contexto:

  • Disciplinar.
  • Transdisciplinar.
  • Intradiscursiva.
  • Interdiscursiva.
  • Transdiscursiva.
  • Social.

Miremos sintetizadamente cada una de ellas.

Disciplinar: La corrección de textos es una labor enmarcada en un campo disciplinar, el de la lingüística. No es necesario que quien desempeñe el oficio sea titulado en esta disciplina, pero sus conocimientos son de este orden.

Transdisciplinar: Los textos que se corrigen pertenecen a diversas disciplinas, razón por la que el corrector transita en diversos grados sobre esas otras disciplinas.

Intradiscursiva: Al interior del discurso hay varias relaciones entre sus elementos constitutivos. El corrector aborda las palabras, las oraciones, los párrafos, y también las relaciones entre estos elementos a lo largo de todo el discurso. Es decir, no es posible delimitar unidades excluyentes, la corrección es relacional.

Interdiscursiva: Los textos aluden a otros textos, y el corrector realiza una labor interdiscursiva cuando acude a las fuentes aludidas para verificar, por ejemplo, fechas, y constatar la escritura de algunas palabras. Es normal que el corrector acuda a dichas fuentes para tener un dominio sobre su labor, pues no siempre se puede depender exclusivamente del texto sobre el que se realiza la corrección. Además, como explica Torres, «el corrector necesita refrescar y consolidar […] su enciclopedia de conocimientos». Esta labor interdiscursiva le permite ampliar su vocabulario.

Transdiscursiva: No solo hay relaciones interdiscursivas, sino también transdiscursivas, es decir, trascienden el terreno de la relación significativa entre los discursos para ocuparse de una reflexión sobre el porqué de tales significados. Expresa Torres: «El significado no es algo que preexista, sino algo que se construye socialmente y, aunque en la actividad cotidiana del corrector de estilo basta con consultar el diccionario, es válido preguntarse ¿qué significa significar?». Esta dimensión contextual de la transdiscursividad aparece en situaciones en las que se debe elegir la pertinencia de una palabra creada en el discurso y que existe en este a pesar de no tener un significado preexistente en el diccionario. Se presenta también cuando el diccionario o la norma no consideran significados o usos marcadamente empleados en circunstancias disciplinares o culturales.

Social: El corrector es coautor discursivo en un contexto social específico. Sus decisiones frente al texto pueden relacionarse con pautas culturales, no solamente normativas y disciplinarias. Como se mencionó más arriba, al corrector se le busca normalmente para abordar textos que serán publicados, y esos textos tendrán influencias mayores o menores en los lectores. Parafraseando un interrogante de Torres, ¿qué implica la corrección de estilo de un discurso presidencial? Desde luego, allí hay decisiones que quizá algunos no quisiéramos afrontar.

En síntesis, el corrector de estilo realiza una serie de operaciones intelectuales en el terreno de la lingüística, y estas operaciones son de tal importancia que convierten a este oficiante en un coautor discursivo. Esta práctica, vista así, tiene incluso connotaciones políticas, que podrían abordarse en futuras reflexiones. Por ahora, no me queda más que decir que el corrector de estilo no es solamente un especialista en poner comas y tildes.

Procesando…
¡Lo lograste! Ya estás en la lista.

Queremos contarte historias por un tiempo más. Puedes dejar tu huella, pisar fuerte o hacer historia en este proyecto editorial. ¡Te agradecemos!


Documento citado

Torres Angarita, Ó. O. (2021). El corrector de estilo: aproximación a la comprensión de su actividad como actor social y coautor discursivo. En La corrección de estilo en Colombia: reflexiones y relatos de correctores de oficio. Asociación Colombiana de Correctores de Estilo (Correcta).


Jorge Medina

Licenciado en Literatura egresado de la Universidad del Valle. Finalista del IX Concurso de Poesía Inédita de Cali en el XIV Festival Internacional de Poesía de Cali de 2014 y ponente de la Feria Internacional del Libro de Cali de 2018, en la mesa «Hablemos del cuento: jóvenes narradores». Escribe poemas, ensayos, artículos de opinión y minicuentos.