Los signos de puntuación
son clave para comunicar

Los signos de puntuación no se usan exclusivamente por criterio normativo. Tienen diversas funciones clave para lograr una comunicación eficiente en nuestros textos. Este es el primero de una serie de artículos sobre la puntuación como elemento clave en la comunicación escrita.

Jorge Medina

Se repite constantemente que la puntuación se usa para marcar las pausas de lectura en los textos. Esto es verdad hasta cierto punto, pues, si revisamos la historia de la lectura, nos encontramos con que los primeros textos griegos no tenían ningún signo de este tipo. Es más, no tenían ni siquiera espacios entre las palabras. 

Se llamaba la scriptio continua. En esa forma inicial de la escritura era necesario oralizar el texto para comprender su sentido, es decir, era fundamental escuchar las palabras para detectar la posible entonación. Podría decirse que la puntuación (que no existía) se ponía en el texto cuando el lector marcaba las pausas. No obstante, el método no era infalible, pues dependía, justamente, de una entonación posible entre muchas. 

Esta verdad tiene un matiz importante: la puntuación no se emplea para marcar las pausas de lectura que le permitan al lector «respirar» o «descansar», como se nos repite tanto en la escuela. Esta es una idea que no ayuda en nada. No es este tipo de pausas las que se buscan con la puntuación.

Cuando hablamos aquí de pausas nos referimos a las de sentido, no las de respiración. La puntuación permite demarcar entonaciones y, con esto, sentidos e intenciones. La puntuación es pieza integral de la comunicación a través de la palabra escrita.

En Perdón, imposible: guía para una puntuación más rica y consciente, José Antonio Millán ilustra esta situación de la siguiente manera:

La puntuación, por lo tanto, mejoró la comunicación mediante la escritura. Sin ella, las ambigüedades eran muchas. Ahora, «la puntuación impide que el lector haga una hipótesis que luego resulta fallida. Recordemos: puntuar es adelantarse al que va a leer».

En otras palabras, puntuar es ayudarle al lector a entender lo que escribimos (por supuesto, también es ayudarnos como escritores a decir lo que pretendemos comunicar). Esta afirmación, sin embargo, necesita una precisión: nada impide de manera absoluta que haya incomprensión en la lectura o una interpretación equivocada o diferente de la propuesta por el autor.

Lo que debemos procurar como escritores es vencer al máximo esa posibilidad de la incomprensión, pero con la certeza de que no hay recetas infalibles, pues la incertidumbre es un rasgo de la lengua, aunque no queramos.

Para Millán, la puntuación permite:

  • la desambiguación de expresiones equívocas,
  • la significación, 
  • el ritmo y la melodía de la frase,
  • plantear una estructura lógica del discurso,
  • revelar emociones e intenciones del autor.

Así que, si quieres aprender a puntuar mejor, sácate de la cabeza esa idea de que su uso depende exclusivamente de la norma ortográfica.

A partir de hoy empieza a pensar en todas las posibilidades de sentido que te ofrece una adecuada puntuación. Es cierto que hay usos que dependen estrictamente de la norma, pero incluso para estos hay razones claras.

En otra ocasión abordaré algunos casos para que sigamos despertando esta consciencia de la puntuación para comunicar con nuestros textos. Por el momento, ya puedes ingresar al artículo sobre el uso de la coma: «La coma mata o da vida: 4 usos de la coma para comunicar».

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Jorge Medina

Licenciado en Literatura egresado de la Universidad del Valle. Finalista del IX Concurso de Poesía Inédita de Cali en el XIV Festival Internacional de Poesía de Cali de 2014 y ponente de la Feria Internacional del Libro de Cali de 2018, en la mesa «Hablemos del cuento: jóvenes narradores». Escribe poemas, ensayos, artículos de opinión y minicuentos.