«Sredni Vashtar» es un cuento en el que el silencio o la omisión narrativa juega un papel crucial para la emergencia de lo fantástico: la incertidumbre que media entre lo natural y lo sobrenatural.
La estadística futbolera opaca al fútbol en sí mismo cuanto tiene de deportividad y realización humana, en la medida que la estadística se vuelve un valor absoluto, y el fútbol, más que deporte, una transacción o un sujeto de pruebas.
Energía, radiación o misterio divino, la luz ha surcado la historia como una realidad o símbolo que conmueve la existencia humana. ¿Es la luz pura trascendencia, o también es asociable a la ruina? ¿Hacia dónde trasciende realmente el curso de la luz en la historia humana?
La guerra en Ucrania tiene al mundo en ascuas, tanto por su drama humanitario como por el regreso de la amenaza nuclear en toda su crudeza. Ante este panorama emergen clásicos del cine como Dr. Strangelove, cuya aguda sátira del delirio nuclear ha hecho de esta cinta algo más que una divertida anécdota del pasado.
El horror fantástico pasa por un notorio estancamiento en la industria audiovisual (con Hollywood a la cabeza). Hoy la puesta en escena de espectros, vampiros, criaturas salvajes o cualquier otra rareza monstruosa difícilmente llega a enchinarnos la piel. ¿Cómo podría volver a aterrar un género tan banalizado?
Es posible que muchos de quienes hayan leído «El regalo» («The Gift»), de Ray Bradbury, se vean enfrentados a aquella vieja tensión que el autor estadounidense, en su particular «nostalgia futurista», percibe en la Navidad: la que media entre modernidad y tradición
Desde que empezó el (des)encuentro de civilizaciones, el 12 de octubre de 1492, la religión ha sido uno de los espacios más problemáticos de América Latina. Lejos de otorgar bienestar y sentido, el cristianismo, como religión oficial consolidada, ha supuesto una fuente de angustia espiritual para muchos hombres y mujeres americanos.
Son muchos los mitos indígenas colombianos —y especialmente los del pueblo kogui de la Sierra Nevada de Santa Marta— que abundan en la «rebeldía» arquetípica de la hybris, pero el de Duginavi es uno de los que mejor expone la conflictiva individualidad del héroe mitológico, modelo tanto de devoción como de incontenible soberbia.
Más allá del tono satírico y consecuente ambigüedad de «Harrison Bergeron», es difícil ignorar la evidente actualidad de este cuento, dado el espacio que ha ganado la igualdad en la agenda política del siglo XXI (particularmente en Colombia y en Estados Unidos).
De tener que condensar toda «Star Wars» en unas cuantas palabras, con seguridad serían estas: orden y caos. Y es que en los cuarenta y cuatro años de esta saga, los blásters y los sables de luz han chispeado por algo más que el simple entretenimiento de los/as «star warriors»: lo han hecho en nombre de las grandes expresiones del orden (la República, el Imperio, la Fuerza), o en su pugna contra los distintos niveles del caos que dan forma a la galaxia de George Lucas.
¿Cómo salvar los libros, el amor por ellos, de una llama que no espanta, sino seduce y hechiza, como la de la modernidad? La novela de Ray Bradbury recoge el frenesí pirómano de los autoritarismos del siglo XX, pero también los efectos de la revolución tecnológica y la cultura de masas en el libro, que aún hoy se sienten; que hoy se agudizan.
Este artículo establece las relaciones entre la ciencia ficción y la realidad. Aunque el relato de ciencia ficción no documenta, ni aspira a documentar lo que se admite como realidad, ciertamente nunca se desliga de esta y, por el contrario, se adentra más en la naturaleza de lo conocido explorando lo desconocido. ¿Qué es el novum?
Todo un programa de mitos, expectativas y propósitos sociales configuran el mundo de los personajes de Nada, y aquellos empiezan a erosionarse desde el primer día de lo que parecía un año lectivo regular en la escuela de Tæring, cuando Pierre Anthon, uno de sus estudiantes, decide pararse, recoger sus cosas y abandonar la escuela para no volver.
No es Diego Armando Maradona una figura que deje a nadie indiferente. Hay quien lo admiró, disfrutó, sintonizó, cantó, aborreció, idolatró, lloró. “El Pelusa” no fue material dócil a un solo molde. Buena parte del hechizo que el Diego ejerce en nosotros, bienquerientes o no, es su obstinación por cruzar todas las fronteras, dentro y fuera de la cancha. ¿Qué diablos fue Maradona?
Coronavirus o el retorno de la distopía
La pandemia del covid-19 nos adentra en el mundo de la distopía y la tragedia, representadas en obras como «La danza de la muerte» (Stephen King), «Nosotros» (Evgueni Zamiatin) y «Némesis» (Philip Roth).
Todo estalló en segundos. De repente, la estrecha cuadra se estremecía en la confusión de ráfagas de metralla, gritos de niños y ladridos de perros.